Ni una gota de alcohol en el desierto
pues solamente es agua lo que quiere
y necesita
el sediento.
Victoriosa y cascabelera,
cantarina,
como el maná del riachuelo que emerge,
limpio y fresco,
por entre las ventanas de las rocas,
de la misma Tierra,
de su seno,
pura y cristalina.
Ni una gota de alcohol,
ni siquiera "regalaó".
Ni olerlo.