La paz comienza por una sonrisa,
por una mirada limpia,
por una noche tranquila;
por un dolor que se sana,
por una gota de esperanza
que alivia la melancolía,
por la luna maravillosa
que veo casi todos los días.
La paz comienza por un bello sonido,
por una preciosa melodía,
por el sonsonete de la brisa suave,
por cada latido;
por el tiempo bien vivido,
por la alegría.
La paz comienza por los sentidos,
por los maravillosos buenos olores,
por el camino,
cuando se renuncia a maldades,
magias e insanos egoísmos.
Cuando las manos que acarician
no tienen otras intenciones
que verdaderamente dar cariño.
La paz comienza por el respeto
y el buen trato a los niños,
también por parte de los espíritus.
La paz comienza en este sitio,
en este instante preciso,
en el cielo en que me miro,
mientras la tierra me sostiene
dándome sano descanso
al no tener que tener
constantemente
mi alma en vilo.
La paz comienza a cada segundo,
en el exacto momento.
Viene aunque no la invoques,
aunque no creas en ella,
incluso aunque no la quisieras.
Es su tiempo. Y el de la Tierra.
La paz comienza y nunca acaba.
Nada la puede coartar.
Inmaculada.
Te hablo de la verdadera paz.
La soñada.
La paz perfecta.
Lograda.