Poema escrito por una niña israelí de 13 años.
Tenía una caja de lápices de colores
vivos, brillantes.
Tenía la caja de colores
cálidos unos, fríos otros.
Tenía el rojo para la sangre de los heridos.
Tenía el negro para el llanto de los huérfanos.
El blanco para las manos y el rostro
de los muertos.
Tenía el amarillo para las ardientes arenas.
Pero tenía el color naranja para
la alegría de la vida.
Y el verde para los nidos.
Y el azul para los claros cielos.
Y el rosa para los sueños y el sosiego.
Me senté para disfrutar de la paz.