De camino hace poco a Moya, uno de los estupendos pueblitos que tiene esta maravillosa isla de Gran Canaria en la que ahora vivo, hice esta foto a un típico "balcón canario" para los que no han visto ninguno por ahora y, una vez llegada al pueblo, encontré inesperada y gratamente una lección.
En una pared encalada, en una pequeña pizarra, había lo siguiente escrito con tiza blanca:
"Mientras esperé lo que nunca llegó, encontré lo que nunca esperé".
Es lo que tiene... aprender por el camino. Vivir aprendiendo.
(Contenta de estar por aquí de nuevo.
De Corazón).