A mí, mi Dios me ama siempre,
haga o no haga los deberes,
aunque ese día esté triste
y otro, más alegre;
aunque esté algo cansada,
decepcionada o con rabia
en ese instante.
Me ama.
Dios siempre me ama.
Dios siempre me ama
aunque un día le reze con las manos abiertas
y otro, algo más cerradas;
aunque no haya cumplido estrictamente
los preceptos de la Biblia, El Corán
o La Kábala.
Me ama. Ama mi humanidad
aunque algún día me despierte
con las sábanas pegadas,
aunque me duela a veces la rodilla,
el cuerpo, la vida, el alma...
aunque a veces me derrumbre tontamente,
me cueste sonreir
y crea que nada es posible
salvo en las madrugadas;
aunque... crea que yo no soy nada.
Aún entonces, más si cabe, me ama.
Y aunque sea mujer
y tenga la regla una vez al mes,
aunque a veces me ponga pantalones
en vez de falda
y no siempre recuerde...
inclinarme ante sus pies.
Dios siempre me ama.