Angaangaq nos dice acerca de las religiones o más bien acerca del binomio religión-seres humanos:
"Todo ser humano, sin excepción, necesita apoyo espiritual. Siete mil millones de hombres. Cada uno de ellos necesita un padre o una madre espirituales, que le abran la puerta de entrada al espíritu. La mayoría de los hombres lo han olvidado. Pero eso no quita para que necesiten... Hoy más que nunca. No importa a qué religión pertenezcan los hombres ni en qué crean. No se trata de religión, sino del espíritu, y esta es una notable diferencia. Sin embargo, ¿qué hemos hecho con ésto?..."
Y continúa:
"No hemos comprendido a los grandes maestros de las religiones. No hemos comprendido a Abrahán ni a Moisés. No hemos comprendido a Zoroastro, ni a Krishna, ni a Buda, ni a Cristo, ni a Mahoma, ni a Bahá`ullah. Los hombres hacen guerras en nombre de ellos, en vez de seguir las verdades sencillas y hermosas de esos hombres sabios. Sus enseñanzas nos exhortan a la comunidad y a la unidad, y en vez de seguirlas debidamente, los creyentes se dividen en confesiones distintas. Cristo se revolvería todo el tiempo... si oyera decir que hay 1.500 iglesias cristianas diferentes.
Sobre religión no se debe discutir. Pues cuando discutimos sobre la religión, invertimos su sentido. La religión está ahí para unir al mundo. Pero nosotros abusamos de ella para conseguir todo lo contrario. Nos comportamos como adolescentes que creen tener que afirmarse ante los adultos. Nos quedamos con la mirada fija en las diferencias, en vez de abrir nuestro corazón a la pluralidad en toda su belleza. En vez de comprender: Sí, sólo hay una creación. Sólo hay un mundo y nosotros somos sus habitantes. Juntos deberíamos preocuparnos más por él, en vez de entregarnos a luchas y discusiones estériles. Deberíamos vivir en concordia, paz y amor, tal y como debería ser."
Y como así será (añade una humilde ser-vi-do-ra).