El rosario crespado sobre la marea
gotas de olas formando sus cuentas
cada una que pasa lleva una lágrima a cuestas
que finalmente se hace libre cayendo en la arena.
Anegarte no quiero
¡oh Madre que me sustentas!
con tanta, tantísima tristeza,
por lo que le pido
a la calma tras la tormenta
que con soles de nubes blancas
sanen luchas y contiendas;
que las lágrimas se hagan rosas
y las armas marionetas
para con ellas,
en el teatro de la vida,
representar una comedia
que sustituya todo drama, toda tragedia
y así orar mi rosario
sin crispaciones ni problemas
dando gracias a la Vida
una a una
cuenta tras cuenta
por poder ver en los diarios
noticias que me alegran.
No sólo es por mí
-para el/la que aún no crean-.
Es
por la humanidad entera.
No haríamos nada sin Ella.