En la vida, al contrario que en el ajedrez, el juego continúa después del jaque mate.
Isaac Asimov.
Aquí pongo la traducción al castellano del "polémico" poema de Günter Grass, realizada por Miguel Saénz encontrado en un blog de "El Mundo" de Alejandro Gándara.
No me posiciono con ello públicamente en uno u otro sentido porque mi expresión, a través de todos mis blogs -además de todas mis obras-, es personal e intransferible y completamente independiente, apolítica, sanadora y libre pero...
tenía que traer hoy, aquí, a este blog, este poema precisamente porque... es un poema y porque ya va siendo hora de que nadie coarte ni se ofenda por las expresiones artísticas.
A lo que hay que poner freno, entre otras cosas, es a los abusos y a las matanzas sin sentido, sean de la bandera que sean.
A ver si es que los artistas no tenemos derecho a opinar sobre otros temas que no sean estrictamente considerados como arte. Yo, como poeta, expresaré siempre lo que crea conveniente y estime oportuno y, junto con mi ser maestra y guía de sanación, lo haré siempre de una manera respetuosa y objetiva además de, por supuestísimo, clara.
Que tenga que venir la poesía, ese maravilloso arte de contar muchas cosas con pocas palabras a "decir lo que hay que decir" como reza el poeta. "¡Manda huevos! se dice en castellano -por no poner "cojones" y así contribuir a erradicar definitivamente y de una vez por todas la violencia-.
¿No es más importante la vida que cualquier tipo de pensamiento o idea?.
El propio Günter Grass, en una entrevista que recientemente le hicieron, comentó lo mucho que le había sorprendido el hecho de comprobar que la poesía puede ser tan influyente cuando habitualmente se la trata como "algo" tan marginado...
"Lo que hay que decir".
Por qué guardo silencio, demasiado tiempo,
sobre lo que es manifiesto y se utilizaba
en juegos de guerra a cuyo final, supervivientes,
solo acabamos como notas a pie de página.
Es el supuesto derecho a un ataque preventivo
el que podría exterminar al pueblo iraní,
subyugado y conducido al júbilo organizado
por un fanfarrón,
porque en su jurisdicción se sospecha
la fabricación de una bomba atómica.
Pero ¿por qué me prohíbo nombrar
a ese otro país en el que
desde hace años ?
aunque mantenido en secreto?
se dispone de un creciente potencial nuclear,
fuera de control, ya que
es inaccesible a toda inspección?
El silencio general sobre ese hecho,
al que se ha sometido mi propio silencio,
lo siento como gravosa mentira
y coacción que amenaza castigar
en cuanto no se respeta;
"antisemitismo" se llama la condena.
Ahora, sin embargo, porque mi país,
alcanzado y llamado a capítulo una y otra vez
por crímenes muy propios
sin parangón alguno,
de nuevo y de forma rutinaria, aunque
enseguida calificada de reparación,
va a entregar a Israel otro submarino cuya especialidad
es dirigir ojivas aniquiladoras
hacia donde no se ha probado
la existencia de una sola bomba,
aunque se quiera aportar como prueba el temor...
digo lo que hay que decir.
¿Por qué he callado hasta ahora?
Porque creía que mi origen,
marcado por un estigma imborrable,
me prohibía atribuir ese hecho, como evidente,
al país de Israel, al que estoy unido
y quiero seguir estándolo.
¿Por qué solo ahora lo digo,
envejecido y con mi última tinta:
Israel, potencia nuclear, pone en peligro
una paz mundial ya de por sí quebradiza?
Porque hay que decir
lo que mañana podría ser demasiado tarde,
y porque ?suficientemente incriminados como alemanes?
podríamos ser cómplices de un crimen
que es previsible, por lo que nuestra parte de culpa
no podría extinguirse
con ninguna de las excusas habituales.
Lo admito: no sigo callando
porque estoy harto
de la hipocresía de Occidente; cabe esperar además
que muchos se liberen del silencio, exijan
al causante de ese peligro visible que renuncie
al uso de la fuerza e insistan también
en que los gobiernos de ambos países permitan
el control permanente y sin trabas
por una instancia internacional
del potencial nuclear israelí
y de las instalaciones nucleares iraníes.
Solo así podremos ayudar a todos, israelíes y palestinos,
más aún, a todos los seres humanos que en esa región
ocupada por la demencia
viven enemistados codo con codo,
odiándose mutuamente,
y en definitiva también ayudarnos.