Escucho la paz constante
en cada una de mis células
y el equilibrio que subyace
en mis glándulas maestras.
Escucho el latir de la vida
en todos los átomos
de mi eterna
sagrada existencia
y la salud de mi madre
que constantemente
en mí se renueva.
Rejuvenece mi cuerpo,
sana mi mente,
se libera mi esencia,
escucho mi inmensa alegría
corriendo por mis venas,
ya sin obstáculos,
ya sin problemas,
reinando
en mi plena conciencia.
Me rescato dulcemente
y perdono a mis abuelas
mientras escucho
contenta
cómo retornan a mí
mis fuerzas
ahora,
de nuevo,
unida a la Tierra.