En el silencio de la noche escribo, en ese quasi silencio tranquilo cuando en la ciudad, la noche hace su entrada, su inicio; en el que hay esos característicos sonidos de fondo que más que molestan acompañan, pues en todos los lados, lugares y momentos, igual que pueden cocer habas, también puede resultar ser todo bueno, bonito, positivo... al menos así resulta en mi caso, por lo que como mujer me siento agradecida y afortunada. También para ello me lo curro y me lo curro... que conste en acta.
Este lunes de resurrección de esta pascua nos ofrece el regalo del fin de una "época" en uno de los vórtices del triangular mal llamado "gobierno" del mundo. El fin de la "primavera árabe" en ese "pequeño" estado vaticano, que ya era hora...
Veremos qué nos depara el tiempo y la ayuda hasta de los astros incluida, para que no se puedan repetir todas las "hazañas" y "logros" de estos capos, tanto laicos como eclesiásticos, como ha quedado más que evidente con el pasado mandato del tal Bergoglio y compañía que ha llegado a su fin. Esperemos que los vientos de cambios positivos toquen también esos muros y que el imperio del mal caiga definitivamente, consumido por su propia, ciega e ignorante -además de insoportable- corrupción. ¿O qué se creían?... ¿Que iban a poblar la Tierra?... No!!
Conmigo que no cuenten porque no cuentan. Ni con tantísima otra gente de bien de tantísimos países... No tienen permiso. Nunca lo tuvieron. Y como vemos, van cayendo uno a uno ya que van a pagar y pagan por ello. Se creían que se iban a librar, pero no. Justicia en la Tierra se llama. De la de Verdad. De la de Dios, de la del Cielo. Nunca venganza, pues conozco bien el sabor amargo de sus ilusorios premios y ni es la forma ni compensa, os lo aseguro. Aunque también por Bondad no la contaría entre mis tácticas de Paz, que no de guerra.
Siento tantísimo el estado de tantos sitios y gentes del mundo... Y siento tantísimo el atrevimiento de todos esos "seres" funestos que han estado detrás de todo sufrimiento, cruel e innecesario, ya demasiado tiempo. Y gracias por ello. Gracias a que siento. Y gracias también a que lo siento. Ojalá muchos aprendan bien y para bien de esto.
Para no seguir escribiendo más en esta noche serena, pues contemplo la posibilidad de poner un saludable cupo diario, o semanal, o mensual o... a mi iluminada actividad en este sentido, básicamente ahora para evitar el desgaste de encarnar el altruísmo en un mundo tan sumamente poco "egoísta" -¿verdad?...- como en el que en la actualidad vivimos. No merece la pena.
Ya nos/me lo enseñó JesuCristo. No más sacrificios. Y menos en vano. Ya Él lo hizo. Por todos. También por mí. Gracias a Él hoy soy una mujer libre de pecado. Y me viene bien. Agradecida acepto el regalo. Por mí y por todos los que no pudieron o no supieron, sobre todo mereciéndoselo. Especialmente por los inocentes que están por venir, y por ellas y ellos, los que nos precedieron. También por mí misma, ahora que sigo afortunadamente con vida para ver realizadas las más preciosas de las mal llamadas "utopías". Tiempo al tiempo... Por mi parte, Paciencia tengo. Puestos a creer y crear sueños, que sean felices sueños en vez de distópicas pesadillas. Que no necesitamos más de lo mismo... no más 11 emes, eses... 29 de octubres de fango... No los necesitamos. A ver si ya vamos teniéndolo claro.
Por y para ello, gracias a la generosidad del autor de estas letras -Isidoro Fernández Díaz-, os comparto este poema, extraído de su libro "Entrerrejas" -que encontré en casa de un amigo-. Sintomático título, ¿verdad?... pues es donde nos gustaría a muchos ver a muchos, como poco. Y que ojalá que así sea -como digo como poco-, pues según nuestro sabio refranero, "muerto el perro, se acabó la rabia". O eso espero.
Ana Ananda
Y ya, sin más preámbulos, os dejo con este texto, titulado:
Algo.
Se está fraguando,
está creciendo algo.
Lo siento abrirse,
llamarme con sus tentáculos.
Quizás sea nada,
Congoja o miedo vacuo.
O quizá sea esto,
lo que desparrama mi ciega mano.
Pero sigue firme
su crecimiento sin esperarlo,
su cosquilleo que eriza
entre mis manos el pelo cano,
que oprime mi pecho,
que deambula por mi estómago,
que arrasa mis intestinos,
doblándome en un espasmo.
Se está forjando,
de la rabia está naciendo algo.