...Todo el mundo tiene el rostro impenetrable y lleno de tristeza. El hombre no fue creado para esa artificialidad. Hay una imperiosa necesidad de volver a la tierra. Palparla, olerla... Es lo que siento.
(Detalle de una carta manuscrita de César Manrique desde Nueva York a Dámaso Alonso, fechada el 12 de Marzo de 1.956).